Diecisiete caravanas fúnebres partieron desde la base de la Fuerza Aérea Guatemalteca (FAG) hacia los hogares de los jóvenes migrantes fallecidos en la tragedia sucedida en Juárez, Chihuahua.
Estas personas buscaban llegar a Estados Unidos y acabaron bajo custodia del Instituto Nacional de Migración, una dependencia gubernamental.
Las autoridades mexicanas repatriaron los féretros de 17 de las 19 víctimas de la tragedia, en la que murieron 39 migrantes de diferentes nacionalidades.
La espera se prolongará para las familias y comunidades de los otros dos fallecidos, cuya identidad se debe confirmar mediante pruebas de ADN.
En Nahualá, un poblado de mayoría indígena ubicado a 157 kilómetros de la capital, recibieron a cinco de los 19 guatemaltecos.
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El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, por su parte, atribuyó la responsabilidad del origen del incendio a los propios internos que, según él, prendieron un colchón como señal de protesta por una posible futura deportación.
Estas palabras del mandatario, sumadas a una grabación en la que se observa cómo empleados del INM abandonaban a los migrantes encerrados en celdas mientras el fuego avanzaba, provocaron las críticas de organismos internacionales, que denuncian el trato recibido por los migrantes en el país norteamericano.
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